miércoles, 5 de octubre de 2011

La historia de lucas ¡Que abuela tan maravillosa!


Era una tardecita de invierno, hacía muuucho frío y llovía furiosamente.
El viento soplaba, soplaba y soplaba... Sentados al lado de la chimenea, los nenes,

María, Javier y Teresa comían con placer los bizcochitos calentitos que les ofreció su abuela. Teresa... coqueta, moviendo la cabeza y arreglándose sus trencitas, preguntó:
-Abu, y Lucas... ¿Por qué no vino hoy?
-Está enfermito - contestó la abuela.
- Pero igual lo tenemos con nosotros...
-¿Y dónde está? - preguntaron los chicos, asombrados, mirando a su alrededor.
-Aquí, junto a mi corazón...

y con un movimiento rápido descubrió una carta que tenía oculta dentro de su blusa,
y enseguidita la volvió a guardar junto a su pecho.
Los chicos estaban tan intrigados, que empezaron a gritar:
-¡Dale, abu, léela, léela!
La abuela, misteriosa e inquieta, respondió:
-No sean impacientes... vamos a leer la cartita más tarde.
Javier y Teresa asintieron con la cabeza, pero María, la más chiquita,

caprichosa y enojada, exclamó:
-Entonces... ¡¡queremos que nos cuentes un cuento... ahora mismo!!
La abuela, aliviada, afirmó:
-Me encanta contarles cuentos cuando llueve... ¿Están preparados?
-¡Síiii!- respondieron los chicos.
-Bueno... ¡Escúchenme con cinco orejas y mírenme con veinte ojos..!

Como todos los jueves, hoy les voy a contar un cuento...
Pero en esta historia no va a haber ni duendes, ni brujas, ni princesas...
Hoy les voy a contar un cuento real... un cuento-secreto...
– murmuró despacito
Con dulzura, la abuela invitó a María, su nieta menor, a sentarse en su regazo,y después de un laaaargo y misterioso silencio, que a los chicos les pareció rarísimo,
comenzó su relato: ¿Recuerdan cuando María todavía estaba en la panza de mamá...?

Era un día como el de hoy : muuuy lluvioso y frío.
Por la noche nos reunimos todos en la casa del Tío Pepe y la Tía Luly
para conocer al nuevo primito... Y allí estaba él: Lucas, un precioso bebé,
chiquitiiito, flaquito, sonrosado y llorón, en brazos de la tía Luly,
tomando su mamadera como un gran comilón.
El tío Pepe -calladito como siempre- lo miraba embelesado, y la tía Luly lucía orgullosa y oronda, como una reina feliz.

Estaban tan contentos... ¡Por fin se habían reunido con su hijito..!
¿Si -¡¿Qué hicimos?!
-Al verlo a Lucas bebé, corrieron rapidito a acariciar la panza gorda de su mamá.
Y allí adentro estabas vos, María, dando pataditas, como diciendo :
"¡Aquí estoy, ya crecí, ya quiero salir, para jugar con mis hermanos y mi primito!"
-Abuela, ¿y por qué yo daba pataditas? - preguntó María, muy preocupada. -¿A mi mami no le dolía?
La abuela, divertida, respondió:
-Así se dice cuando se mueven los bebés en la panza de sus mamás,
parecen pataditas porque la panza se pone dura, y si la tocamos,
nos damos cuenta que adentro hay un bebé...
A veces hasta podemos tocar su cabecita..
¡¡Basta, mocosa..!! ¡¡No interrumpas a la abuela!!- dijo Javier a María, enojado,

y le pidió a su abuela que por favor siguiera contando.
La abuela sonriente siguió con su relato:
-Tus hermanos, acariciaron la panza de su mamá como para saludarte,

y te dijeron "Hola, María, ¿cómo estás?"
Y después se acercaron tímidamente a tocar la panza de la tía Luly,
y sin decir una palabra, besaron la cabecita de Lucas y se fueron a jugar...

En ese momento, no quisieron preguntar nada, quizás porque eran muy chiquitos;
pero se dieron cuenta que había algo muy importante que querían saber...
¿De dónde vino Lucas..? Los chicos quedaron enmudecidos;
Tere miró a su hermano pero ninguno se atrevió a decir ni mú,
hasta que Javier, el mayor y el más valiente, confesó:
-Hace mucho tiempo que me di cuenta de que Lucas no salió de la panza de la tía Luly.

¿Por qué, abu?- La abuela, inquieta, respondió:
-Hay parejas como sus papás, que han tenido la suerte de poder concebirlos;
por esa razón, ustedes estuvieron adentro de la panza de mamá.
Pero hay parejas como la tía Luly y el tío Pepe, que no pueden tener bebés
porque tienen algún problemita para procrearlos.

María preguntó con tristeza:
-¿Y los doctores no pueden curarlos?
-A veces sí y a veces no... A tu tía Luly y a tu tío Pepe no los pudieron curar, por eso decidieron adoptar un bebé.
-Entonces... ¿de qué panza salió Lucas? -preguntó Teresa sorprendida.
-De una señora que fue para él como una panza nidito.
Sólo lo pudo cuidar mientras estuvo adentro, para que pudiera crecer y por fin nacer.

Cuando nació, se lo dio a la tía Luly y al tío Pepe para que se convirtieran en sus papás adoptivos.
-Y los papás adoptivos... ¿Son papás para siempre? - preguntó María.
-¡Claro! Todos los papás son iguales, aman, cuidan y protegen a sus hijos durante toda la vida.
Los chicos quedaron enmudecidos. La abuela los miraba conmovida
y rompiendo el largo silencio, murmuró:
-¿Qué les parece si leemos ahora la cartita que nos escribió Lucas...?
-¡Sí, abu! - contestó María apresurada.
-Dale, abuela, apúrate, ¡queremos saber! - agregó Tere.
La abuela sacó la carta y después de un ratito –que pareció una eternidad-

comenzó a leer pausadamente...
"Abu, hoy estoy enfermito, y mami no quiere llevarme a tu casa porque dice
que no puedo tomar frío. Pero igual yo quiero estar allí con ustedes,
por eso te escribo esta carta para que se la leas a mis primitos,
porque Javier... siempre me pregunta, cuando se enoja conmigo,
¿...de qué panza saliste?, y a veces yo me pongo triste... pero ahora estoy contento.
Abu, te cuento que estoy muy orgulloso de ser el hijo de Luly y Pepe,
porque al final no es tan importante haber nacido de la panza de mamá
o de la panza de otra señora. Es hermoso que mis papis y yo nos hayamos encontrado.

Mamá a veces me cuenta que hay muchos nenes que están solitos
y muchos papis que sienten que en su corazón falta algo si no tienen un hijito...
Por eso a nosotros, nuestros papis suelen llamarnos: "Hijitos del corazón".
También me contó que en el mundo hay muchos nenes como yo.
Superman fue el hijo adoptivo de otros papás en el planeta Tierra, y,
así como él, muuuchas personas. Mamá también me dice que,
aunque ella hubiera podido tener nenes de la panza, igual me hubiera adoptado,
porque yo soy para ella como un regalo de Dios. Y es como vos decís, Abu,
lo lindo es que soy como soy, que estoy vivo, que puedo jugar, querer a mis papis,a mis abuelitos, a mis tíos y primitos. Y que ellos me quieren.

No importa de qué semillita vengo, sino quién soy...
Un besote para mi Abu y un dibujito para mis primitos. Lucas.
La abuela apoyó la carta sobre su pecho, conmovida, y con lágrimas en los ojos observaba a sus tres nietitos, sin poder emitir ni una sola palabra.

Los chicos sorprendidos se miraban entre sí sin saber qué hacer.
María, mimosa, se acurrucó otra vez sobre su falda.
Teresa se acercó a Javier que, tan investigador" y ansioso como siempre,
proponiéndose distraer a su abuela para evitar que llorara, preguntó:
-Entonces no es feo ser adoptivo, ¿no, abu?

- La abuela no pudo sino sonreír ante la carita de alivio de Javier,que había escuchado el relato con preocupación.
-No, claro que no.
-¿Y tampoco es triste?
-Al contrario... encontrar una mamá y un papá es lo más maravilloso del mundo,

¿no te parece?
Teresa, interesada, preguntó:
-Abu, ¿qué es eso de la semillita?
- La abuela, con una sonrisa picarona, los abrazó fuerte a los tres.
Y besándoles sus colorados cachetes, exclamó:
-Bueno... ya es muy tarde, ya va a venir mamá a buscarlos, y tienen que hacer los deberes para mañana...
Y eso de la semillita... dijo la abuela, misteriosa- se los cuento el próximo jueves,
cuando mis cuatro nietos vengan a tomar el té... y a comer mis bizcochitos...
y a escuchar... ¿qué..?- preguntó la abuela con picardía, haciéndoles cosquillas.
-¡¡Tus cuentos!!- respondieron los tres al unísono,
y corrieron a hacer los deberes, riéndose a carcajadas

2 comentarios:

  1. ¡Chica,qué cuentista estás!besitos

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  2. Qué chuli!!! Me lo apunto!!! Gracias por compartirlo!!! Un besito, guapa!!!

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